
Al poco de dejar los estudios tuve una bronca con mi padre y acabé durmiendo dos frías y lluviosas noches en un coche abandonado en la calle del Olvido. Luego me fui a vivir a Coruña una temporada con mis tíos. El tiempo pasaba y empezábamos a sentir la angustia de no generar nuevos cortos. De aquella no había tantas subvenciones ni ayudas como ahora. Los fines de semana venía a Santiago y me quedaba durmiendo en casa de nuestro amigo, cómplice y coguionista Carlos Roma, que vivía en un piso de estudiantes con tres amigas guapísimas que nos cuidaban como mamás. Los tres soñábamos y escribíamos cosas que luego se quedaban en nada. Fue una época dura, por la incertidumbre de mi situación personal, pero por lo demás muy alegre, edificante, golfa y bonita.

Un día nos llamaron para hacer una figuración especial para el rodaje de "La ley de la frontera" de Aristarain. La noche anterior Pablito y yo salimos y decidimos no ir a dormir porque nos iban a recoger muy temprano para llevarnos hasta una mina en Bandeira a 20 Km de Santiago. Habia sistematizado tan bien lo de no irme a dormir a casa que en lugar de irme a dormir la borrachera, me quedé haciendo tiempo en un portal con la intención de no quedarme frito...pero me quedé frito; y desperté con el resacón reciente acentuado tras mal dormir profundamente en un portal, unido a la mala conciencia de haberme quedado dormido. Tomé angustiadamente un taxi que me costó un pastizal, y llegué al rodaje, pero cuando empecé a ver las caras de odio proyectadas en mi...busqué una excusa sanadora, y no se me ocurrió nada peor que decir que a mi padre le había dado un infarto. Me sentí todavía más mal cuando me percaté de que le había dado la vuelta a la tortilla y todo el mundo me consolaba e intentaba animarme. Me encontré a Pablito durmiendo sobre la tierra a plena luz del sol completamente borracho...y cuando se lo conté casi se muere de risa. Teníamos que hacer de mineros picando piedra en una mina a pleno sol junto a Achero Mañas; yo estaba a punto de morirme deshidratado entre la resaca y la mala conciencia cuando en ese momento llegó muy serio y preocupado el padre de Pablo, que me dio un sentido abrazo y mirándome a los ojos me dijo: ¿Qué tal está tu padre?
Después de más un año en blanco, la realidad nos puso en su sitio; Pablito y yo tuvimos que hacer acto de constricción y pensar en retomar los estudios. Pablo se matriculó en INGABAD, el bachillerato a distancia, donde yo le hice un par de exámenes haciéndome pasar por el... Y yo me matriculé en la Escola de Imaxe e son de A Coruña para el curso 96-97, la única escuela de cine por aquel entonces en Galicia donde pasé dos interesantes años. Cuando estaba en el 2º y último año de la E.I.S, mi novia Sarah se quedó embarazada, lo último que esperaba yo en mi vida era ser padre a los 24 años.
Mi proyecto de fin de estudios fue un nuevo corto titulado: La danza de Katiuska, un largo diálogo entre dos actores, en un sólo decorado. Una vez más tuve el privilegio de contar con Luis Tosar y con Urxia Gago. Estábamos rodando en el plató de la E.I.S en A Coruña y mi chica estaba saliendo de cuentas a punto de nacer mi hija Lía, en Santiago. Cada vez que terminaba de rodar un plano llamaba para saber si había nacido la niña. Lía esperó a que su papá terminase de rodar y al día siguiente, un 24 de Mayo de 1998 nació. Yo quise ponerle el nombre de Katiuska, pero no me dejaron en el registro.






