jueves, 19 de junio de 2008

CAPÍTULO 4- CAÍDA DE "OS DOUS DE SEMPRE"


Al poco de dejar los estudios tuve una bronca con mi padre y acabé durmiendo dos frías y lluviosas noches en un coche abandonado en la calle del Olvido. Luego me fui a vivir a Coruña una temporada con mis tíos. El tiempo pasaba y empezábamos a sentir la angustia de no generar nuevos cortos. De aquella no había tantas subvenciones ni ayudas como ahora. Los fines de semana venía a Santiago y me quedaba durmiendo en casa de nuestro amigo, cómplice y coguionista Carlos Roma, que vivía en un piso de estudiantes con tres amigas guapísimas que nos cuidaban como mamás. Los tres soñábamos y escribíamos cosas que luego se quedaban en nada. Fue una época dura, por la incertidumbre de mi situación personal, pero por lo demás muy alegre, edificante, golfa y bonita.



Un día nos llamaron para hacer una figuración especial para el rodaje de "La ley de la frontera" de Aristarain. La noche anterior Pablito y yo salimos y decidimos no ir a dormir porque nos iban a recoger muy temprano para llevarnos hasta una mina en Bandeira a 20 Km de Santiago. Habia sistematizado tan bien lo de no irme a dormir a casa que en lugar de irme a dormir la borrachera, me quedé haciendo tiempo en un portal con la intención de no quedarme frito...pero me quedé frito; y desperté con el resacón reciente acentuado tras mal dormir profundamente en un portal, unido a la mala conciencia de haberme quedado dormido. Tomé angustiadamente un taxi que me costó un pastizal, y llegué al rodaje, pero cuando empecé a ver las caras de odio proyectadas en mi...busqué una excusa sanadora, y no se me ocurrió nada peor que decir que a mi padre le había dado un infarto. Me sentí todavía más mal cuando me percaté de que le había dado la vuelta a la tortilla y todo el mundo me consolaba e intentaba animarme. Me encontré a Pablito durmiendo sobre la tierra a plena luz del sol completamente borracho...y cuando se lo conté casi se muere de risa. Teníamos que hacer de mineros picando piedra en una mina a pleno sol junto a Achero Mañas; yo estaba a punto de morirme deshidratado entre la resaca y la mala conciencia cuando en ese momento llegó muy serio y preocupado el padre de Pablo, que me dio un sentido abrazo y mirándome a los ojos me dijo: ¿Qué tal está tu padre?



Después de más un año en blanco, la realidad nos puso en su sitio; Pablito y yo tuvimos que hacer acto de constricción y pensar en retomar los estudios. Pablo se matriculó en INGABAD, el bachillerato a distancia, donde yo le hice un par de exámenes haciéndome pasar por el... Y yo me matriculé en la Escola de Imaxe e son de A Coruña para el curso 96-97, la única escuela de cine por aquel entonces en Galicia donde pasé dos interesantes años. Cuando estaba en el 2º y último año de la E.I.S, mi novia Sarah se quedó embarazada, lo último que esperaba yo en mi vida era ser padre a los 24 años.

Mi proyecto de fin de estudios fue un nuevo corto titulado: La danza de Katiuska, un largo diálogo entre dos actores, en un sólo decorado. Una vez más tuve el privilegio de contar con Luis Tosar y con Urxia Gago. Estábamos rodando en el plató de la E.I.S en A Coruña y mi chica estaba saliendo de cuentas a punto de nacer mi hija Lía, en Santiago. Cada vez que terminaba de rodar un plano llamaba para saber si había nacido la niña. Lía esperó a que su papá terminase de rodar y al día siguiente, un 24 de Mayo de 1998 nació. Yo quise ponerle el nombre de Katiuska, pero no me dejaron en el registro.

CAPÍTULO 3- ESPLENDOR DE "OS DOUS DE SEMPRE"

Pocas semanas después del estreno de "H.q. j.", una lluviosa tarde de invierno de 1995, Antón Reixa nos entrevistó en Radiovoz junto a Ismael González, pues por aquel entonces nosotros éramos los directores de cine más jóvenes de Galicia e Ismael el más mayor. Ismael estaba contando que había trabajado con Orson Wells y producido cientos de películas, cuando de pronto, en mitad del programa, se ofreció a producirnos un nuevo corto. Salimos eufóricos de aquella emisora, se iniciaba el esplendor de Os dous de sempre (O.D.D.S). Poco después nos ofrecieron colaborar en la emisora y acabamos siendo los críticos de cine de Radiovoz.



En esa época, habíamos contactado con Ignacio Vilar como productor y estábamos en negociaciones con la Universidad de Santiago para realizar un corto con motivo del V Centenario de la Universidad. Tras varios meses de duras negociaciones y complicaciones, finalmente conseguimos que se hicieran realidad los dos proyectos, así que Pablito y yo decidimos repartirnos la dirección de los cortos, aunque seguiríamos colaborando juntos. Pablito se quedó con Ismael y yo, que era Universitario, con el de la Universidad. Fue una época muy loca junto a Ignacio Vilar, un hombre ya maduro con el que íbamos a todas partes,  parecíamos sus hijos gamberros. Hubo muchos momentos difíciles pero la verdad es que la Universidad se portó de maravilla. Así que al final de curso, en Julio del 95, rodé en S.16mm mi primer corto en cine "¡Aproba!" durante tres largas jornadas en la facultad de derecho de Santiago. Habíamos hecho un cásting al que se presentaron más de 150 Universitarios. De ese casting surgió gente como Camila Bossa que luego se convertiría en una grandísima actriz, y que se unió en el reparto a Luis Tosar, Goldi, Luna, Alberto Tomé y Fabián Barrio. Pero lo más curioso de ese rodaje fue precisamente un elemento seleccionado de ese casting, nada menos que como protagonista, con el que hicimos bastantes ensayos y creamos una buena sintonía de grupo. Todo iba de maravilla hasta que llegó el día de rodar y el prota no apareció. Estuvimos esperándolo durante largas horas. Ese fue uno de los días más difíciles de mi vida. Compañeros de producción llegaron a ir hasta su casa de Vilagarcía a buscarlo. Retrasó el comienzo del rodaje casi medio día y generó una crisis tan grande que al final tuve que pedirle a mi amigo J. L. Estévez que se viniera al rodaje a sustituirlo. Tiempo después supimos que el elemento se había ido de juerga.



Ese verano Pablito y yo tuvimos un accidente de moto bastante importante del que no salimos mal parados de milagro y que nos dejó a los dos el mismo lado de la cara rascado durante varios meses, lo que reforzaba el rol freak de "O.D.D.S"...cuando estábamos juntos, que era casi siempre, generábamos un efecto tan raro que mucha gente sospechaba que era maquillaje. Y con esas pintas nos fuimos con Ignacio y con mi dire de foto Riqui Morgade a Madrid a etalonar el corto. Por las diferencias de edades, éramos un grupo de por si bastante heterogéneo pero si a eso le añadíamos nuestros rostros rasgados y que Ignacio nos metió a los cuatro en la misma habitación del Hotel, uno puede imaginarse fácilmente la sensación que producíamos. Esa noche después de cenar, Ignacio que nos conocía bien, nos pidió que no saliésemos porque teníamos que madrugar para ir a Madridfilm, pero con la excusa de bajar a llamar por teléfono (no eran aún habituales los celulares), Riqui, Pablito y yo nos fuimos de juerga y llegamos a las siete de la mañana. Sólo tengo la imagen de estar los tres saltando en la cama de Ignacio con uno de los ataques de risa más grandes de mi vida. Estrenamos el corto en el Auditorio de la Universidad en Noviembre del 95 ante 700 personas.



Y como ya nos creíamos artistas, fieles a nuestro estilo poco reflexivo...Pablito que estaba haciendo COU y yo que no acababa de arrancar en derecho, decidimos abandonar nuestros estudios e inspirados por la absenta del Galo D'ouro, fundamos junto a nuestro gran amigo Xosé Manuel "el Dandy de Compostela", el club de Los Hedonistas Fatigados.

martes, 10 de junio de 2008

CAPÍTULO 2- EL NACIMIENTO DE "OS DOUS DE SEMPRE" O COMO DECIDÍ DEDICARME A HACER CINE

En el curso 94/95, yo estaba totalmente perdido, rodeado de cuatrocientos compañeros de clase que componíamos el turno de la tarde en la facultad de derecho. En aquella época iba muchísimo al cine Valle-inclán, donde solía coincidir con un compañero de clase de mi hermano pequeño en La Salle, Pablito Iglesias. Una soporífera tarde, tras dos horas de derecho romano, decidí que tenía que dar un vuelco a mi vida y me encontré con Pablito. Sin saber muy bien con qué, decidimos que ibamos a rodar un corto. Como no había tiempo que perder, al día siguiente escribimos en una cafetería un guión titulado "Hay que joderse" ; y salimos de esa cafetería tan exultantes que no se nos ocurrió nada mejor que ir a todos los periódicos de Santiago a ofrecer (no conceder) entrevistas, anunciando a bombo y platillo que íbamos a rodar un cortometraje. Lo extraño es que a los sorprendidos periodistas les debimos de hacer tanta gracia que sacaron la noticia con foto en todos los periódicos de la ciudad, y al día siguiente, ya con el bajón de realidad que viene después de todo subidón de irrealidad, nos vimos con la carga moral de llevar a buen fin lo que habíamos dicho con nuestras bocazas tras nuestro delirio de grandeza, porque todo el mundo se nos acercaba con expresiones de admiración: ¡Qué pasada!¿Así que vais a rodar un corto?



Coseguimos un fotógrafo que tenía una cámara con la que grababa bodas, bautizos y comuniones y eso, junto a un travelling de fabricación casera que nos hizo un "ferreiro" por mediación del padre de Pablo, fue todo nuestro equipo de rodaje. Así que empezamos a buscar actores por los bares bohemios de la zona vieja de Santiago. Irrumpíamos en el "Atlántico" y le dábamos la chapa al primer actor que se cruzaba en nuestro camino, a menudo de forma tan insistente, que acabaron por llamarnos "Os dous de sempre" (Los dos de siempre). Finalmente, el único actor que nos hizo caso tras nuestras desesperadas incursiones fue un tal Luis Tosar, que por aquel entonces aún lucía pelo, pero ya era tan buena persona como buen actor.



Con nuestro descarada ingenuidad, vendimos acciones de la película (a 1000 pesetas) a todos nuestros familiares y amigos y conseguimos un dinero para el rodaje, y nos fuimos al ayuntamiento a por un permiso para rodar...cuando le preguntamos al guardia de la puerta por los permisos de rodaje, nos sorprendió la eficiencia en sus claras indicaciones, pero cuando llegamos al lugar vimos un cartel bien grande que decía: "Permisos de rodaje para automóviles", conseguir los permisos de rodaje para cine nos costó un poco más, aunque al final lo conseguimos. Y de este modo, en diciembre de 1994 "Os dous de sempre" rodaron su primer corto.



El montaje, lo tuvimos que hacer en una empresa de postproducción de A Coruña. Todos los días tomábamos un autobús que nos llevaba hasta Estudio 99, el problema es que ya no teníamos dinero...y cuando nos dijeron el precio de la hora de estudio (no teníamos ni idea de que fuese tan caro) nos quedamos blancos; ya llevábamos varios días montando...e inmaduramente, decidimos seguir adelante. Estuvimos sufriendo con la presión durante las casi dos semanas que duró la postproducción, hasta que llegó el último día y totalmente compungidos, le propusimos al hombre que fuese nuestro productor...le debimos de dar tanta pena a Enrique, que así se llamaba, que aceptó casi descojonándose de risa. Estrenamos, como no podía ser de otra manera, el 24 de Febrero de 1995 en el cine Valleinclán...y llenamos una sala de 500 localidades.

CAPÍTULO 1- EL DESCUBRIMIENTO DEL YO BOHEMIO POR UN DESCOJONAMIENTO ATROZ


Para hacer cine, no es estrictamente necesario ser un artista aunque si creértelo. Yo descubrí mi temperamento artístico bastante pronto. Corría el año 87 y estudiaba en el colegio de los Hermanos de La Salle de Santiago de Compostela. Era un deportista excelente y un alumno mediocre, cuando a esa edad, trece o catorce años, padecí una larga y extraña enfermedad, una orquioepididimitis, que me tuvo postrado en cama casi cinco meses de curso, y gracias a la cuál descubrí por casualidad las dos cosas que más han marcado el devenir de mi juvenil existencia: El cine clásico y los poetas malditos.

El cine clásico se podría decir que fue una inevitable consecuencia; como no podía ir a clase y no tenía que madrugar, al llegar la noche me ponía a ver la tele hasta altas horas de la madrugada, y por aquel entonces no existía aún la telebasura, así que me enganchaba a los ciclos de cine en v.o.s. que emitían en la 2. De esta manera, se puede decir que mi amor por el cine nació por cojones, más exactamente por una orquioepididimitis...una extraña inflamación de origen tuberculoso en un testículo.

Pero más curiosa aún fue la irrupción de la poesía en mi mundo: Por sobredosis de NBA. Tras tres meses de cama, estaba hasta la polla, o más bien hasta el cojón sano de leer y releer las revistas de la NBA que no dejaban de regalarme las visitas (por eso de que era deportista). Así que no recuerdo muy bien la razón, pero le pedí a mi madre que me acercase un volumen de la enciclopedia "Larousse". Lo que sí recuerdo, es que ojeando ese volumen descubrí impreso en un lateral, un dibujo garabateado que cambió mi vida, era un dibujo del joven Rimbaud con paletó, sombrero y pipa, hecho por Paul Verlaine en 1871. Hasta esa tarde yo no sabía quien era Rimabud, ni Verlaine, ni los poetas malditos, pero ese dibujo me fascinó tanto que en esa misma tarde mi vida pasó de Larry Bird y Magic Johnson a Rimbaud, Verlaine y Mallarmé; de la NBA a Los Poetas Malditos. Le pedí a mi madre que me comprase "Las iluminaciones" y "Una estancia en el infierno" de Rimbaud y "Las flores del mal" de Baudelaire, y ya nunca fui el que podría haber sido. Perdí un cojón pero gané una vida.

Me aficioné a la literatura, y al volver al colegio dejé el atletismo casi al mismo tiempo que el pelo largo, y empecé a escribir poesía y a creerme rebelde y bohemio, sin serlo realmente. Más adelante publicamos un fanzine en el colegio que se llamaba "Os biosbardos" y tiempo después acabé escribiendo cuentos y hasta una novela que jamás se publicó "Guachis turuguachis". Se me daba bien escribir, pero me gustaba más el cine, aunque nunca me planteé dedicarme seriamente a ello porque por aquel entonces no estaba de moda como ahora, y en Galicia no existía ninguna facultad de Comunicación Audiovisual, ni escuelas de cine, ni nada parecido, así que acabé matriculándome primero en filología y después de un completo bacarrá, cometí uno de los grandes errores de mi vida, matricularme en derecho.